top of page

Hasta nunca jamás

por Mariano Mirassou





Está a punto de dejar su niñez y entrar en el largo y misterioso camino de ser un adulto, pero él no lo sospecha aún y corre por la selva esmeralda, gallardo en su porte empuñando su reluciente espada y sus elegantes vestiduras que les confeccionaron sus pequeñas amigas aladas. Su pelo vuela salvaje y brilla como el oro líquido, hay un cocodrilo verde en su mirada cuando observa con suspicacia hacia su alrededor.

¡Otra vez mis amigos hicieron una nueva travesura! ¡pero yo soy más listo que ellos! Apartó con un palo la ingeniosa trampa que habían dejado para que cayese en ella y siguió adelante. Llegó hasta una pequeña laguna que parecía un zafiro azul y se ocultó detrás de unos arbustos aguardando con sigilo a que vinieran sus enemigos más odiados: ¡los piratas! ¡Cómo le gustaría darles su merecido! Ninguno de ellos apareció, aunque los aguardó con paciencia. Continuó caminando un poco desilusionado del fallido encuentro hasta llegar a un claro. Allí vivían sus amigos los indios que seguramente lo estaban esperando ansiosos de escuchar sus increíbles aventuras. ¡Les relataría cómo había luchado contra el malvado Capitán arrojándolo al agua haciéndole una zancadilla! Al pensar en ello lanzó una estridente carcajada, que resonó en la espesura asustando a unas aves de gran plumaje que estaban cerca. Estaba alegre al recordarlo, el día recién comenzaba y presentía que sería estupendo. De pronto, sin saber por qué, sintió un ligero escalofrío... un silencio aplastante se apoderó del lugar. Los hermosos tipis pintados de festivos colores donde vivía la tribu ya no estaban y como mudo testigo un gran leño chamuscado ofrecía un desolador escenario.

—¿Habrán escapado, perseguidos por los piratas? —se preguntó—. Si es así, debo ir a buscarlos cerca de las cuevas de las hadas —pensó en voz alta.

Caminó varias horas hasta llegar a un acantilado y escuchó como las olas rompían contra las rocas, se paró al borde del abismo y gritó con una voz mezcla de niño y de hombre: ¡amigos! ¿dónde están? ni siquiera el eco respondió a su llamado… triste y pensativo retornó a su guarida, su pequeño reino, donde sus camaradas lo estarían aguardando expectantes.

Tardó varias horas en volver y cuando llegó nadie estaba para recibirlo. Nada estaba como recordaba haberlo dejado esta mañana... sólo se encontró con una pobre choza mal construida.

—¿Dónde están todos? ¿dónde están nuestras moradas construidas en los árboles? ¿qué pasó aquí? ¿acaso un poderoso hechizo deshizo mi reino y se llevó a mis amigos? Desconsolado, huyó de allí corriendo y gritando los nombres de sus compañeros: ¡Nibs!, ¡Curly!, ¡Slightly!, ¡Tootles!, ¡John! ¡James! En un estado de confusión llegó a la playa y la noche cayó sobre él como una pesada y oscura manta. Sintió frío y encendió una

fogata. Tenía hambre, pero ningún manjar apareció ante él. Se sintió solo como nunca antes lo había estado jamás.

Creyó escuchar el canto de las sirenas, pero sólo era el viento silbando entre el follaje. Acercó una gran hoja de palma que encontró y se cubrió con ella. miró fijamente las llamas y le pareció ver unas pequeñas figuras aladas danzando… se quedó dormido rendido por la amargura y el cansancio.




Bitácora del Capitán James Greenwood del buque HMS Endeavour:

18 de septiembre de 1815


Mientras navegamos siguiendo nuestro derrotero de exploración en busca de las Islas del Infortunio, dimos con un pequeño islote fuera de nuestras cartas náuticas y al desembarcar para aprovisionarnos de agua dulce, encontramos en la playa a su único habitante, un jovencito de unos doce o trece años, alto, pero de complexión delgada, de abundante cabellera rubia y profundos ojos verdes. Llevaba puesto una andrajosa casaca oliva que le quedaba chica y una tosca espada de madera aferrada a su mano.

Quisimos interrogarlo, pero no pudimos sacarle palabra alguna, su melancólica mirada no quiso apartarse de la costa en ningún momento, hasta que la perdimos de vista.

Uno de nuestros tripulantes recordó una curiosa historia acerca de un barco de pasajeros que, navegando por los mares del sur, fue atacado por unos piratas y la extraña desaparición de un niño llamado Peter.





 

Mariano Mirassou (@mirassoumariano en IG) nació el 19 de Agosto de 1971 en Rosario, Santa Fé. Se desempeña como librero desde el año 2014. Obtuvo el segundo puesto en el certamen organizado por Eärlinde Tolkien de relatos ambientados en la Tierra Media con su cuento La despedida. Participa además en el taller de escritura a cargo de Diego Furbatto (Letgrin de Eumeria, Roco Hacha Sedienta, El Laberinto de Gastón, entre otros) donde presentó este relato que nos cautivó.

Este es su segundo cuento publicado en medios digitales.


Featured Posts
Recent Posts
Search By Tags
Follow Us
  • Facebook - Gris Círculo
  • Twitter
  • Pinterest
  • Instagram
bottom of page