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Bondiola


Una vez que alcanzó la atmósfera, Q4t-Zomm-Delta dio por iniciadas las maniobras de descenso. Los retro-populsores v

ibraron enérgicamente mientras la nave exploradora reducía más y más su velocidad hasta que por fin aterrizó a las afueras de la serena localidad de Villa Sosiego. Específicamente en el jardín de doña Carmelita. Justo sobre las petunias.

Los vecinos que vieron las luces en el cielo fueron corriendo hasta el lugar donde se posaba la robusta pirámide de metal. De pronto, aquel lugar alejado se llenó de curiosos. A la cabeza de todos ellos estaba el alcalde, con su saco arrugado. No había tenido tiempo de plancharlo, pero se lo puso de todos modos para recibir al recién llegado del espacio con tanta elegancia como le fuera posible. Además, mandó a desplegar un enorme recibimiento. Con alfombras rojas y banderitas y trompetas. Pero lo único que pudieron conseguir con el apurón fue un cuarteto de guitarras y el felpudo que cortésmente ofreció la señora del gomero y en el que se leía BIENVENID. Estaba incompleto porque los perros se habían comido un costado.

La nave espacial humeaba como leña mojada. Y a todos mantenía expectantes esas lucecitas que destellaban en el costado, por donde se adivinaba una puerta. De pronto, todos se pusieron muy nerviosos. Y es que nadie sabía cómo iba a reaccionar aquel ser espacial si doña Carmelita seguía lanzándole naranjas a la nave de éste. Tardaron algunos minutos en tranquilizar a doña Carmelita. Hasta que el comisario la convenció que el mismo pagaría y repondría las petunias de su jardín si dejaba de tirarle naranjas. Cosa que Carmelita aceptó de mala gana y el comisario consiguió un poco de paz.

Y la paz duró hasta que de la puerta sonó una chicharra. Los curiosos, ahora asustados, salieron disparados. Algunos se quedaron mirando mientras una neblina que se escapaba del suelo de la nave se disipaba hacia el césped tan cuidado de Carmelita. Pero cuando vieron por primera vez a Q4t-Zomm-Delta bajar por la escalerilla, entraron en pánico y huyeron.

Permanecieron apenas tres.

El comisario, que temblaba de miedo, pero sentía mucha vergüenza de dejar solo al alcalde.

El alcalde. Que, en realidad, el terror lo tenía paralizado.

Y Carmelita. Quién empezó a reprocharle abiertamente por el aterrizaje sobre sus queridas flores.

Q4t-Zomm-Delta reprodujo el gesto universal de saludo; alzó una de sus extremidades y la sacudió un poquito. Las otras siete se quedaron apoyadas en el piso, pero los vecinos de Villa Sosiego entendieron el mensaje de todos modos. De poquito fueron regresando junto a la nave y las guitarras del cuarteto sonaron para darle la bienvenida al muy extraño ejemplar intergaláctico.

Durante semanas, en todos los televisores del mundo se vería lo que sucedía en Villa Sosiego. Al teléfono del alcalde comenzó a llamar gente realmente importante, como el Presidente de la Nación, la embajadora de la Organización Mundial y Emilce, la antigua compañerita de la escuela y de quien siempre estuvo enamorado.

Por otro lado, Q4t-Zomm-Delta pareció sentirse muy a gusto entre los terrícolas. No porque lo haya dicho, ya que no tenía labios ni lengua. Pero se hacía entender fácilmente a través de gestos y mímicas. Se volvió fuente de diversión entre los chicos, que trataban de adivinar todo el tiempo lo que Q4t-Zomm-Delta quería expresar. Por otro lado, el extraterrestre entendía perfectamente el idioma. En una de esas, en la escuela de su planeta, los chicos tenían una materia llamada ESPAÑOL. Lástima que a nadie se le ocurrió preguntarle si aquello era cierto.

En su honor se celebró una enorme peña. Músicos de todos los pueblos se presentaron para agasajar al primer baqueano interplanetario. Pero al terminar la fiesta, nadie sabía bien qué hacer con Q4t-Zomm-Delta. La nave no parecía muy confortable para descansar y tampoco estaban muy seguros de que este espécimen del espacio exterior durmiera o tuviera los mismos hábitos que los terrícolas. Lo charlaron algunos minutos hasta que Zulema, la mujer que cocinaba en el comedor de la escuela, ofreció su casa.

Q4t-Zomm-Delta se fue con Zulema sin poner objeciones. El único que se puso un poco alterado fue el perro, que no le sentaba demasiado bien que alguien tome el agua de su cacharrito. Igualmente, a rato ya eran amigos. Zulema le preparó una hamaca y Q4t-Zomm-Delta supo enseguida que aquel era su lecho y se tendió a descansar. Se despertó temprano, con el sol. Y es que Zulema hizo mucho ruido al preparar el desayuno. Cómo no sabía muy bien que comían los de su especie, decidió hacerle un desayuno normal y corriente.

Un poco indeciso, y con algo de cara de asco, Q4t-Zomm-Delta le daba vueltas a la tostada con dulce de leche. No le parecía muy apetecible, de seguro. Pero al observar que Zulema comía una tostada tras otra, el extraterrestre finalmente probó un bocadito y sus ojos cuadrados se abrieron de par en par. Desde esa mañana Zulema tuvo que esconder el pote en el bolsillo de su delantal para hacerlo durar más un solo desayuno. Q4t-Zomm-Delta prefirió más el mate cocido que al mate con bombilla. Y los bizcochitos se le volvieron una delicia.

Zulema reconoció que llamarle por su nombre era bastante engorroso. Así que, con su permiso, porque, claro estaba, él no era un perro, le llamaría de un modo más amigable. A Bondiola le gustó su nombre nuevo.

Zulema y Bondiola pusieron rumbo a la escuela, que ya estaba llegando los primeros chicos. Los alumnos estaban fascinados por el nuevo ayudante de Zulema. Porque en eso se había convertido. Sus ocho brazos eran sumamente útiles a la hora de preparar la comida. Mientras hervía el arroz, lavaba las cucharas, preparaba jugo y daba vuelta las milanesas del horno. Y Bondiola lo hacía porque, en realidad, se había maravillado con los sabores de la comida humana.

Claro que tenía muchos problemas para aprender a cocinar. Porque al ojo de Bondiola, la maicena y la harina eran idénticas. El tomate y la manzana se le confundían. Los maníes y los garbanzos lo mismo. Pero más problemático le resultó el azúcar. Una mañana, todos los chicos dejaron intactas sus tazas de mate cocido y resultó que Bondiola las había salado abundantemente. Y hubo una vez en que preparó la chocolatada con tierra de la cancha de futbol en vez de cacao. Pero bajo la atenta supervisión de Zulema, Bondiola era muy hábil y trabajador.

Durante la larga estancia de Bondiola en Villa Sosiego hubo solo dos eventos preocupantes en los que tuvo que intervenir el mismísimo alcalde.

El primero fue cuando Bondiola confundió el maíz y en realidad lo que se llevó a la boca fue un cardón. El médico de la salita de poco sirvió porque el organismo de Bondiola era muy diferente al de las personas de la Tierra. Pidió asistencia al veterinario del pueblo y este dijo que estaba demasiado acostumbrado a atender vacas como para ayudar a Bondiola. Finalmente llamaron a un veterano pescador que le quitó las espinas de la boca con la misma facilidad que le sacaba los anzuelos a sus presas.

Y el otro fue aquel casi trágico día en que leyó el menú semanal del comedor

. Bondiola se plantó firme contra la directora, contra las maestras e incluso a su amiga, Zulema. Llegó a advertirle al alcalde que habría una terrible guerra entre su planeta y la Tierra si es que las personas fueran así de malvadas. Pero más tarde le hicieron entender a Bondiola que los niños envueltos no están hechos realmente de niños. Así que todo se tranquilizó y las cosas siguieron en su sitio.

Finalmente, el tiempo de Bondiola en la Tierra se acabó. Le preguntaron si no quería quedarse un tiempo más pero él respondió que no podía. Volvería, de todos modos, el año que viene. Cuando tenga otra vez vacaciones.

Q4t-Zomm-Delta fue recibido con todos los honores que Villa Sosiego se permitió. Pero a Bondiola lo despidieron con la humildad y el cariño con el que se trata a los amigos. Los vecinos se reunieron para desearle buen regreso a su hogar y antes de que se cierre la puerta de su nave Zulema llegó corriendo con una gran fuente envuelta con un mantel. –Para el camino– dijo. Y la nave plateada de Bondiola despegó. Se convirtió en un puntito brillante en el cielo antes de desaparecer. Todos los vecinos se volvieron lentamente a sus casas o a sus funciones. Salvo por el comisario. Que durante los dos días siguientes se había convertido en el jardinero de doña Carmelita.

Cuando Bondiola llegó a la órbita de Endor2, tuvo que pedir permiso para aterrizar. Se lo negaron dos veces. Hasta que se acordó que su verdadero nombre era Q4t-Zomm-Delta. El comandante de la flota no reconocía a ningún Bondiola.

Sus camaradas le preguntaron por qué se había tardado tantos días en recorrer un sector vacío de la galaxia. Sobre todo, en un planeta tan lejano y del que no se tenía noticias jamás. Q4t-Zomm-Delta repuso que estaba haciendo tiempo nomás, estudiando cometas. Que en ese planeta no había nadie. Que estaba totalmente desierto.

No es que Q4t-Zomm-Delta fuera un mentiroso. Pero si contaba la verdad, tendría que explicar que esas rocas suaves que tenía en la fuente de Zulema eran en realidad siete docenas de jugosas empanadas. Y prefería no compartirlas con nadie.

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"Bondiola" es un relato creado en julio'19 para el Certamen Portal Literario y se mantuvo inédito y a la espera de un fallo que jamás se llevó a cabo.

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